divendres, 12 de març del 2010

EL PAPEL DE LAS REVOLUCIONES OBRERAS EN EL SIGLO XX.

El movimiento obrero revoklucionario nace en el siglo XIX, pero en aquel siglo no conoció ninguna victoria revolucionaria. Únicament hay el modelo de la Comuna de París de 1871. Se trata de una revolución frustrada dirigida por blanquistas y anarquistas que duró a penas 3 meses y quedó localizada en París. De seguida fue derrotada por la intervención de las tropas prusianas. El intento revolucionario no pudo superar la III República burguesa proclamada el 4 de Septiembre de 1870. No obstante este hecho revolucionario servirá como badera ideológica al movimiento revolucionario. El mismo Marx escribirá a propósito: "La guerra civil en Francia" (1872). Más adelante en: "El Estado y la Revolución" (1917) Lenin volverá a defender el modelo de Estado de la Comuna de París de 1871. En realidad este modelo no se aplicará nunca en la historia de las revoluciones comunistas. Así cuando en los aós 60 se proclama la Comuna de Shangai Mao Tse Tung se opone porque a pesar de todo la República Popular no se basa en el modelo de la Comuna de París.
Las revoluciones comunistas del siglo XX han sido poco obreras. O bien han sido dirigidas por partidos comunistas centralizados y disciplinados o bien su base social era más campesina que obrera. Pero es indiscutible que las revoluciones comunistas del siglo XX han configurado nuestro mundo contemporáneo y tienen su origen histórico en el movimiento obrero revolucionario del siglo XIX. En este sentido podemos hablar de revoluciones obreras al referirnos a las revoluciones comunistas del siglo XX.
El desplazamiento del movimiento obrero revolucionario a Oriente a partir de principios del siglo XX determinará que la revolución acabe adoptaando un claro carácter como revolución nacional anticolonialista o antiimperialista. Esto provocará la separación entre el rumbo histórico del movimiento obrero occidental y el de los pueblos oprimidos por el imperialismo y el colonialismo. En los paises occidentales la clase obrera se va acomodando a las condiciones de la reforma social, cosa que hace cada vez más inviable la revolución obrera. Las conquistas obreras dentro del capitalismo favorece a los partidos socialistas frente a los comunstas.
El último Engels, el de después de la muerte de Marx (1883-95), hace un giro al reformismo. Crea la II Internacional en París el año 1889. El propósito era poder participar en las democracias parlamentarias en representación de los intereses del proletariado. Engels ya había visto que la situación del proletariado podía mejorar dentro del marco de las democracias parlamentarias. La versión revolucionaria será la defenderá Lenin más aplicable al Oriente atrasado que al Occidente industrializado. Cuando Lenin crea la III Internacional en 1919 se producen las escisiones dentro de los partidos socialistas. El sector revolucionario se constituirá en partido comunista. Pero de hecho la situación en Occidente no era favorable a políticas auténticamente revolucionarias. El fascismo frenó claramente el movimiento obrero. La política estalinista frente al fascismo no era genuinamente revolucionaria. La política del Frente Popular implica la alianza de clases ya que incluye a la izquierda pequeño burguesa. El objetivo prioritario en los años 30 no era la colectivización de los medios de producción, sino la defensa de la democracia frente al fascismo. Era una cuestión de mera supervivencia. Por mucho que el marxismo rechazara la democracia parlamentaria por burguesa el fascismo implicaba prácticamente el exterminio de las organizaciones obreras.
Después de la Segunda Guerra Mundial es evidente la derrota del fascismo. Hay partidos comunistas fuertes en Francia e Italia. Pero la ayuda económica de los Estados Unidos, el Plan Marshall, hará posible la estabilización económica de la Europa Occidental. El comunismo que se implanta en la Europa Oriental era una imposición soviética. Lejos de la utopía de la Comuna de 1871 se reproduce el modelo soviético. Los partidos comunistas occidentales no tendrán fuerza suficiente para imponerse políticamente.
La revolución obrera se limita durante la segunda mitad del siglo XX a las medidas sociales a favor de las clases populares. Los grandes objetivos utópicos como el control obrero sobre la producción resultarán inviables o ineficaces. No obstante esto es evidente la impronta dejada por el movimiento obrero revolucionario en la constitución de nuestro mundo contemporáneo. Cosas como la Seguridad Social o la jubilación eran impensables en el siglo XIX. El neoliberalismo vueklve a resurgir debido al hundimiento del bloque soviético. La flexibilidad laboral es la receta básica del neoliberalismo como incentivo del capital. Pero no podemos hablar de una victoria absoluta del neoliberalismo. Social y políticamente las recetas neoliberales conducen al caos capitalista.

JOAN PERE SALMERÓN I CLARES. (8-III-2010).