dijous, 21 de gener del 2010

EL PAPEL DE LAS REVOLUCIONES BURGUESAS Y DE LAS PROLETARIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO.

El adjetivo de clase forma parte de la terminología marxista. No obstante no creer en el adjetivo de clase marxista si que es necesario reconocer el contenido de clase de las revoluciones contemporáneas. La historiografía marxista constata como hecho empíricos la participación de las clases medias en los procesos revolucionarios que han conduciodo del feudalismo tardío a las modernas sociedades capitalistas. Lo que ya no es tan empírico es afirmar que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Ésto son cuestiones de método sobre la base de oremisas no demostradas empíricamente.
El marxismo puede hablar de revoluciones burguesas, pero difícilmente hablará de revoluciones liberales o democràticas. Desde una perspectiva no marxista si que podemos hablar de revoluciones burguesas o liberales. La revolución de Cromwell es claramente burguesa porque el interés en la institución del Parlamento tenía un claro contenido de clase. Pero el parlamentarismo aunque nazca del interés de clase burgués implica una ideología universalista que en su desarrollo histórico acaba perdiendo su contenido de clase.
La transformación de los Estados Generales, convocado el 5 Mayo de de 1789 por Luis XVI, en la Asamblea Constituyente reunida en la Sala del Juego de Pelota, tiene un claro contenido de clase. Luis XVI se ve obligado por las circunstancias históricas a convocar unos Estados Generales que no se convocaban desde 1614. Su lógica es de clase, o de estamento. Cede el poder absoluto, pero desde la perspectiva de clase de la aristocracia. El hecho de votar por estamentos y no por individuos favorecía siempre a los dos estamentos privilegiados: la nobleza y el clero. En cambio el pueblo era mayoría, pero sólo eestaba representado por un estamento: el Tercer Estado. El principio: "un hombre, un voto" otorga la soberanía al pueblo. Pero el interés de clase es claramente burgués. El Cuarto Estado no está representado. La nueva clase dirigente forma parte del pueblo dentro del sistema feudal. Pero la misma emancipación burguesa conduce a la división de clases dentro del mismo pueblo. No obstante esto, la coherencia del principio "un hombre, un voto" conducirá al sufragio universal.
La revolución obrera de alguna manera ya queda prefigurada durante la Revolución Francesa. El protagonismo de los sans cullottes (desharrapados) y la Revuelta de los Igualitarios de Babeuf en 1797 ponen de manifiesto la aparición de una nueva clase con aspiraciones comunistas: el proletariado.
Los ideales de la nueva clase social oprimida en su primera fase serán teorizados por el llamado socialismo utópico. Esta terminología es la que corresponde al principal movimiento ideológico de la clase obrera: el marxismo. Así lo establece Engels en: "Del socialismo utópico al socialismo científico" (1878). Los principales teóricos utópicos fueron: Saint-Simon (1760-1825), Charles Fourier (1772-1837, Richard Owen (1771-1858) y Cabet. Se trataba de teorizar sobre modelos de sociedad industrial que no fueran incompatibles con la igualdad social. La revolución burguesa había acabado con la opresión feudal, pero en seguida mostró su rostro clasista. Los ideales formales de la Ilustración habían ocultado en la teoría la realidad del antagonismo de clase que implicaba. Únicamente se había pasado de la sociedad estamental a la sociedad de clases. La teorización de los utópicos no dió grandes resultados, pero el movimiento continuaba su marchja inexorable.
Frustrada o no la revolución obrera forma parte de nuestro mundo contemporáneo. No llega a crear un mundo sustantivament diferente, pero si que transforma radicalmente la forma burguesa que adoptó la concepción liberal del mundo.
En principio el movimiento obrero fue luddista, es decir atentó contra el nuevo maquinismo industrial, al cual atribuían los obreros el paro obrero. Pero esta forma de lucha corresponde únicamente a los inicios del movimiento obrero. El marxismo ya advirtió que la causa del paro obrero no es el maquinismo como tal, sino el uso burgués que se hace de éste.
En el Reino Unido el movimiento cartista luchaba por el sufragio universal, al menos el masculino. El sufragio censitario otorgaba un acentuado carácter clasista a la nueva democracia burguesa. El sufragio universal aunque sólo fuera masculino ya superaba al menos políticamente la naturaleza clasista de la democracia liberal. Este problema se fue resolviendo a lo largo del siglo XIX y el sufragio universal propiamente dicho, masculino y femenino, a lo largo del siglo XX.
La lucha económica de la clase obrera adoptó la forma de la lucha sindical. Las mejoras laborables fueron posibles a lo largo del siglo XIX. La lucha política adoptó la forma de los partidos socialistas que acabaron siendo parlamentarios.
La revolución obrera ha resultado en nuestro mundo contemporáneo adjetiva de la burguesa, pero no por ello menos decisiva.

JOAN PERE SALMERÓN I CLARES. (21-I-2010)